Considerando que el futbol es el deporte más jugado en México y también el que más vende, resulta lógico que muchos jóvenes lo practiquen, al grado que los talentos con límite de edad son considerables para competirle a grandes potencias del balompié, tal como sucedió en 2005 y 2011, cuando la Selección Mexicana se coronó campeona en el Mundial Sub 17, primero en Perú y luego en territorio nacional. Sin embargo, aquella segunda generación que logró la gloria también se perdió en el tiempo.
El primer ejemplo de jugador que se perdió de aquellos campeones es Julio Gómez, conocido como la Momia, quien logró el gol del triunfo en las semifinales contra Alemania pero que luego de debutar en Pachuca, dejó de ver actividad y la última vez se le vio en Estados Unidos, en la UPSL.
Por otra parte, el arquero titular, Richard Sánchez, está en la tercera división de Estados Unidos, en el North Texas Soccer, luego de no afianzarse en ningún club de la Liga MX ni la MLS.
Jorge Espericueta, canterano de los Tigres, dio mucho de qué hablar con su gol olímpico, pero no encontró oportunidades con los Felinos ni regularidad cuando se fue a préstamo con Puebla. En su momento tuvo ofertas hasta del Barcelona, pero ahora está en el Deportivo Orizada de la UPSL.
Marco Bueno también figuró como atacante del conjunto mexicano y aunque en Pachuca y Chivas trató de encontrar su lugar como titular, no lo encontró hasta que llegó a Comunicaciones de Guatemala. El caso es similar al de Carlos Fierro, quien estuvo un tiempo en las filas de su natal Rebaño Sagrado, pero tuvo que migrar a la MLS en busca de oportunidades.
Los campeones de la Selección Mexicana que sí se afianzaron
Aunque no llegaron a los niveles mediáticos de Giovani dos Santos y Carlos Vela en la primer ocasión que se ganó el título del Mundial Sub 17, jugadores como Antonio Briseño, Carlos Guzmán, Kevin Escamilla y Alfonso González, se mantienen vigentes en la Liga MX, aunque solo el último con un papel protagónico en su club, Rayados de Monterrey.